Ayer estuve dándole duro a este par de discos que son de esos que, seguro, a más de uno pondrían de los nervios.
Sabido es que Herbie Hancock tiene una discografía impresionante hasta el año 1975 (todo es excepcional hasta ahí), mientras que, a partir de ese momento su carrera se disgrega, dando lugar a discos excepcionales y discos que son realmente malos (apenas hay algún ejemplo de término medio. O muy bueno o muy malo). Ese patrón se mantuvo durante todos los años que estuvo en Columbia y también se mantiene desde entonces, cuando ha grabado en diversos sellos, principalmente en Verve.
En la parte de lo excepcional yo situaría sobre todo a estos dos discos (junto con The New Standards y el disco de piano y saxo con Wayne Shorter 1+1).
Ambos discos tienen un hilo conductor. En el primero, se trata de la música de Gershwin, mientras que el segundo es la de Joni Mitchell. Ello no quiere decir que toda la música sea de ambos, pero sí una mayor parte, tratada, eso sí, muy libremente.
Es, además, la época de los discos de colaboraciones. En su descargo, Herbie Hancock puede aducir que su "Gerswhin' World" es anterior a Supernatural. Es de 1998, mientras que Supernatural es de 1999. Sin embargo, cualquier comparación entre ambos discos ha de limitarse exclusivamente a la presencia de músicos invitados, ya que ni el tono ni el desarrollo tienen cosa alguna que ver
La lista de invitados que participan en estos discos de Hancock es excepcional: Stevie Wonder, Joni Mitchell, Norah Jones, Corine Bailey Rae, Tina Turner, Leonard Cohen.. Todos ellos, cantando sobre una base jazzística en la que participa nada más y nada menos que Wayne Shorter, Chick Corea, James Carter, Kenny Garrett, Dave Holland o Vinnie Colaiuta.
Uno podría pensar que se trata del típico puzzle comercial conformado por una serie de "singles" radiofónicos, pero lejos de eso, se trata de obras profundamente conceptuales y con una unidad aplastante.
Aquí, eso sí, no busquemos vanguardia ni perfiles acerados. Se trata de uno de esos discos que uno puede escuchar perfectamente en una cena de millonetis o de fondo en cualquier sitio, pero que no nos confunda, son tan buenos que se superponen a ese "exceso de elegancia" y constituyen dos obras magníficas.
Lo dicho, tanta "elegancia" seguro que a más de uno puede ponerle de los nervios, pero son dos discos enormes, en este caso... a pesar del éxito, especialmente del segundo que, si no recuerdo mal, ganó el Grammy al mejor disco del año en 2008 (no sólo de jazz sino de todas las categorías)