¡¡Hola David!! Muchas gracias por tus jugosos comentarios. Ya sabes que defiendo este disco con uñas y dientes

pero también entiendo que hay aspectos en los que se tiene que defender solito (que la música hable por sí mismo) y que incluso hay aspectos indefendibles, así que ¡Vamos allá!
Desgrano tu mensaje (pero no visualmente

):
¿Hasta qué punto nos condiciona el juicio de un disco nuestro momento vital al conocerlo? Es algo fundamental y de lo que no podemos huir, así que sólo nos resta ejercitarnos racionalmente para intentar dar un dictamen lo más ecuánime posible, más allá de circunstancias personales. En todos nosotros es palpable una evolución musical, ya que le dedicamos mucho tiempo y espacio a la música (por lo que adquirimos mayor experiencia y perspectiva a la hora de valorar y contextualizar). Algunos "amores a primera vista" permanecen y tienen algo especial; en el caso de otros, el tiempo ejerce de forma implacable su función, poniendo ciertas obras en su sitio. En cualquier caso, es muy difícil separar fríamente cuánto hay de personal en un análisis y en una opinión, por mucho que nos esforcemos en dejar ciertas cosas al margen. Por eso, lo suyo es intentar mostrar puntos de vista distintos y también fomentar el debate

Creo que hay un matiz muy interesante que introduces en tu comentario y en el que me gustaría detenerme:
¿En qué podría mejorarse una obra maestra?. Supongo que mi visión es excesivamente romántica y está algo idealizada, pero me niego a verlo como algo puramente crematístico. Es decir, probablemente habrá un componente comercial significativo (
Oldfield no es tonto), pero yo quiero pensar también en las propias necesidades artísticas del músico. Para ello tendríamos que ponernos en su punto de vista y dejar de lado el nuestro, desde el cual probablemente la obra será más fácilmente cuestionada (en el sentido de ofrecer algo nuevo y de encontrar una justificación a su publicación que no sea la de aprovechar un tirón). Pero esto es difícil, como digo, ya que no dejan de ser conjeturas (ni podemos saber qué piensa realmente
Oldfield ni podemos olvidar quiénes somos nosotros y cuál es nuestro papel a la hora de juzgar). La negación de esta obra a Virgin puede deberse a que no era el momento para plasmarla (motivación artística), pero también un castigo (motivación comercial). Creo que no podemos dejar de lado ninguna de las perspectivas.
Tampoco me considero una persona que se agarre a primeras impresiones; me gusta que pase el tiempo y volver a ciertas obras, lo cual me hace ejercitar mi perspectiva crítica. Pero también soy consciente del impacto que me ha supuesto descubrir a
Mike Oldfield y, para bien o para mal, lo hice con este disco. A
Genesis los descubrí con
We can't dance e
Invisible touch, y de ahí fui para atrás. De hecho, cuando la gente critica estilísticamente esta etapa, siempre pienso que esos discos en trío me generaron el suficiente interés como para interesarme por el pasado de una banda, cuando internet no estaba tan generalizado y ni siquiera sabía de la existencia del rock progresivo

. Por supuesto, si hablo de la trayectoria de
Oldfield y de
Genesis, sabría muy bien situar
We can't dance y
Tubular Bells II, y no serían mis recomendaciones si tuviese que orientar a alguien para que conociese los trabajos más significativos de la banda, aunque a mí me encanten y me hayan causado una honda primera impresión.
Entiendo que, con una trayectoria como la de
Oldfield, cuando decide publicar un disco llamado
Tubular Bells II, nos hace ponernos en guardia: ciertamente, las comparaciones van a ser inevitables (máxime con el grado de popularidad de su primera parte), además de someternos a una férrea observación para delimitar si es el principio de un viraje hacia una posición más comercial, aprovechando su puerta más oportunista. Nuestro papel es ser críticos. Ciertamente, opta por un camino estructuralmente basado en su primera parte (ya razoné en la reseña que es algo más que "las mismas notas cambiadas de orden", aunque es lícito que nos dé esa impresión

). También estoy de acuerdo en que hay cierta domesticación en el sonido, lo que no tiene porqué ser algo malo en sí mismo. El mayor problema reside, creo entender, en que ésta se aplica sobre una obra característicamente agreste y con mucha espontaneidad, donde incluso hay guitarras desafinadas (recuerdo una muy clara en el final de la parte 1, corregida en la versión de 2003, lo que mitiga también cierta autenticidad). Además, es innegable el cambio social que estaba viviendo
Oldfield, y que ya analizamos. A tenor de lo que vino después, creo que es inevitable ver aquí una puerta de entrada. Pero yo me pregunto ¿Qué pasaría si no existiera
Tubular Bells? ¿Cómo valoraríamos esta obra? Objetivamente la veo como una pieza musical muy bien ensamblada y con melodías que, aunque puedan ser derivativas de la primera parte, son auténticamente propias de la segunda. Volviendo a mi visión -quizás- excesivamente idealizada, entiendo la posible necesidad de
Oldfield de conciliarse emocionalmente con un
Tubular Bells más moderado y maduro, fruto de otra visión distinta de la vida y del mercado. Creo que es lícito, aunque también es un reflejo de otras muchas cosas. Nuestra escucha de
Tubular Bells y la del propio
Mike difieren en muchos aspectos, pero principalmente, para él es un pedazo de su vida plasmado en sonido. Por otro lado, estoy de acuerdo con tus impresiones sobre
Amarok (de hecho, por ello consideré importante detenerme en el mismo).
Por cierto David, a mí me encanta "Altered state"

Entiendo que esa autenticidad de "Caveman" no está reflejada y creo que haces muy bien en destacarla

Es curioso, pero pienso ahora en esa famosa etiqueta que se le suele dar a aquellos artistas con cierta trayectoria, y cuya música más actual está notoriamente suavizada con respecto a la frescura más juvenil. Me refiero a "Adult". En mayor o menor medida, y a no ser que hablemos de un artista que haya optado por la búsqueda y la experimentación en todas las etapas de su vida musical, se suele cumplir con artistas con una carrera larga ¿No creeis? Es esa patente comodidad, en la que el artista se encuentra bien y por la que no necesariamente pierde calidad musical, aunque podríamos decir que se pierde alma.
Un abrazo

Edu