
Hace unos días terminé, con bastante atraso, una
muy buena serie de televisión (en realidad Mini-Serie) de origen australiano:
Secret City. Consta de dos temporadas, breves ambas, la primera del año 2016 y la segunda y final del 2019.
Con la actriz Anna Torv (famosa por su legendaria ¨Fringe¨) como su principal protagonista, la serie nos introduce en el mundo del ¨poder detrás del poder¨, concepto tan viejo como el mundo pero que, en general, pasamos por alto y para la mayoria de las personas directamente no existe, ya que ni siquiera pueden concebirlo debido a que sus vidas transcurren en una burbuja de monótona cotidianeidad. Tal vez sea
ésa, cuando concluye la temporada final, la enseñanza que nos deja: de nada vale saber
la verdad, porque
es imposible rebelarse ante las mentiras y manipulaciones de que es objeto
el orden mundial en manos de quienes en realidad lo manejan. Ningún gobernante, por más poderoso que parezca, gobierna su país. Todo se reduce a generar conflictos, armando a las guerrillas para luego ofrecerle a las autoridades mejor armamento que a aquellas, en pos de mantener el
statu quo de esa nación. Voltearán presidentes que se resistan a caer dentro de la corrupción, mediante campañas orquestadas se colocarán otros que sí sean afectos a llenarse los bolsillos y favorezcan a los fabricantes de armas, a los productores de petróleo (aunque se siga contaminando el planeta, dejando de lado fuentes de energía más limpias y económicas) y todo seguirá rodando como si nada, mientras que la gente común será carne de cañón o simplemente integrarán cifras y porcentajes de muertos o enfermos. Así como de armas se trata, también se podría agregar en la lista a los fabricantes de medicamentos (grandes laboratorios farmacéuticos) o multinacionales de distintos rubros.
En el caso de Secret City, la política que
no se ve y que en realidad es la que decide por ¨nosotros¨ (nos
¨ayudan a decidir¨) es el factor desencadenante de un hilo de acontecimientos que no tienen manera de detenerse cuando se han puesto en marcha, y las tragedias personales se cobran la vida de quienes están en el camino de aquellos que ¨mandan¨.
Con unos
escenarios espectaculares (paisajes de una Australia moderna y avasallante) las vistas aéreas de Canberra rozan
lo increíble y lo dejan a uno con la idea de que no deberíamos irnos de este mundo sin visitar ese país-continente.
Desde cualquier punto de vista es una serie
recomendable, a pesar de que hay que hacerse cómplice de sus tiempos, ya que a veces se torna algo lenta.
En fin, hasta por aquí llega el comentario, con el sabor amargo de que nada podremos cambiar desde nuestro microcosmos doméstico, por más que nos pongamos a berrear y protestar por las redes sociales como twitter, facebook, o lo que sea. Que obviamente son otros
buenos negocios en los que dejamos nuestro tiempo, esfuerzo y dinero para que quienes nos venden esos productos sigan generando multimillonarias ganancias.
