Muchos ya lo sabéis. Para mi, David Bowie era mucho más que un músico. Ya sabéis de mi cierto carácter "veleta" en cuanto a gustos musicales que hacen que en un momento esté en un sitio para, pasados unos meses, estar en otro y, quizás, volver a retomar algo pasados unos años. Yo diría que Bowie es uno de los pocos músicos que se han mantenido incólumes a lo largo de mi vida desde que lo conociera a través del single de Fame hace ya... bueno, echad cuentas.
Mi vida casi podría trazarse uniendo con una línea los recuerdos que atesoro en relación a momentos en los que Bowie está como telón de fondo.
Hoy tengo una sensación muy extraña porque, más allá de la tristeza que siempre produce el que se vaya alguien a quien admiras y aprecias, tengo la sensación de que se hubiera derribado al árbol madre de Avatar. Alguien sin el cual el resto de la música parece que adquiere ya otro sentido.
Creo que sólo he tenido esa sensación una vez en mi vida. Hace ya más de 35 años cuando me enteré de que habían asesinado a John Lennon.
Con la diferencia de que, entonces, mi mundo musical (y personal) era mucho más reducido y, por tanto, fácilmente perturbable. Hoy las cosas son muy distintas, pero un mundo sin Bowie es un mundo, necesariamente... peor.