Y para acabar mis escuchas musicales de la mañana antes de salir de casa (estoy de vacaciones) daré una escucha al segundo disco de este disco de Keep the Dog.
Tengo que reconocer que el universo de Henry Cow y post Henry-Cow me resulta apasionante. Hay muchas cosas que no me gustan, otras que me dejan indiferente y muchas que me gustan muchísimo, pero, en general, lo que siempre encuentras son las suficientes dosis de interés como para que la escucha de casi cualqueir disco de este ámbito te resulte algo atractivo.
Y, en este caso, tengo que comenzar a dar la razon al amigo Angel, porque, ciertamente, es un gran disco y, lo reconozco sin ambajes, el primero de Fred Frith que he disfrutado abiertamente (si dejamos al lado sus dos discos con Cosa Brava).
Hasta ahora, siempre se daba una mezcla de sensaciones en la escucha de sus discos. Con momentos francamente atrayentes con otros en los que, simplemente, mi atención se iba por otros derroteros.
Aquí, a pesar de algunas de las "boutades" que el bueno de Frith siempre se marca, y que pueden no resultar otra cosa que excentricidades, el resultado global es sobresaliente.
Los temas, en su inmensa mayoría de albumes anteriores de Frith, se presentan en versiones muchísimo más contundentes.
La presencia de Zeena Parkins en los discos de Frith comienzo a tomármelo como toda una garantía de calidad y el papel de jean Derome a los saxos es espectacular, elevando temas que en los discos originales pueden resultar algo fríos, a cotas muchísimo más interesantes.
Como suele ocurrir en tantas ocasiones, los efectos parecen bidireccionales, puesto que ahora, volver a escuchar alguno de esos temas en Gravity, Spechless o el primer disco de Massacre hace que suenen de otro modo y lo que antes se me antojaba una serie de esbozos desdibujados, ahora aparece nítidamente definido.
Sin duda, el mundo de Frith sigue siéndome de difícil digestión. Ayer mismo vi en Yutube la primera mitad de su documental "Steep across the border" y, ciertamente, el título es bastante definitorio ya que se mueve en el límite entre lo que puede considerarse un interés desmesurado por la naturaleza del sonido (provenga de donde provenga) y la simple "rayada".
Muchos momentos obligan casi a ponerse a pellizcar cristales pero hay otros donde se produce la magia y un simple saxo sonando sobre una serie de ruiditos extraños deja una sensación de soledad y misterio pocas veces alcanzadas con muchos más medios.
Sin duda, esa faceta del Frith más investigador e improvisador no es, probablemente, para mi, pero cuando Frith se acerca a modelos más "escritos" la cosa cambia.
Ya digo. Sigue resultándome bastante difícil , pero, por lo pronto, consigue despertar y mantener mi interés, lo cual, ciertamente, ya es mucho en estos días en los que la música se repite y repite tantas veces hasta el límite de lo tolerable.
Si alguien no está familiarizado con Frith y tiene ganas de escuchar algo, yo le recomendaría encarecidamente que empezara por este Keep the dog. Es como un recopilatorio pero en directo y con versiones mucho más potentes que las originales.