Las críticas oficiales dicen que este último álbum de Peter Baumann es algo inferior a los dos primeros pero que retoma aquella senda de grandes trabajos.
Discrepo ampliamente. A mi el disco me parece muy flojo. Las melodías son demasiado naif y, en ocasiones, parecen tocadas por un niño de 8 años con un tecladito Casio.
Parece mentira que discos de Tangerine DReam hayan sido demolidos por la crítica mientras se ensalza esto. ES verdad que Tangerine DReam tienen discos muy chungos, pero cualquiera de ellos tiene más clase y oficio que este disco.
Baumann sacó un primer álbum excelente. Un segundo disco que, simplemente mantenía el tipo y, a partir de ahí, mejor no escucharle, incluido este último álbum que si, desde luego, supera ampliamente lo que hizo tras ese segundo disco, queda muy lejos de los grandes discos que hizo con Tangerine DReam o de su primer álbum en solitario.
Es mi opinión, claro.