

Sirva este post, en primer lugar, para felicitaros el año a todos.
No sabía si colocar esto aquí, en el apartado de bandas sonoras o en algún otro. En fín, dado que tocaré varios temas, lo pongo aquí mismo.
Y es que parece ser que la tradicional disputa entre "Margaritos" y "Enfermos" (permitidme que utilice esa terminología), tan arraigada en el mundo del prog, ha estallado con toda su virulencia en el mundo de las bandas sonoras.
El motivo no ha sido otro que los reconocimientos que en el último año ha obtenido Hildur Gudnadóttir por sus trabajos en la miniserie Chernobyl y, más recientemente, por la película Joker, dónde ha ganado el globo de oro (veremos si no gana también el Oscar).
Para simplificar, digamos que Gudnadóttir es a John Williams lo que Cassiber es a IQ.
La piedra de toque de esta auténtica revolución en el mundo de las bandas sonoras fue Johann Johannsson. Una figura que, estoy convencido, en el futuro tendrá un reconocimiento mucho mayor del que hoy se le dispensa y será tratado como un auténtico pionero.
Hasta ahora, con la salvedad de la incorporación de la electrónica a la orquesta a cargo de compositores como Hans Zimmer o, en menor medida, Newton Howard, el mundo de las bandas sonoras se ha movido en unos parámetros que podríamos vincular con un cierto tardo-romanticismo orquestal. Por supuesto que, dentro de esto hay posiciones diametralmente opuestas, pero, en general, primaba un gusto por lo melódico, por lo orquestal y por lo temático.
Johannsson, en piezas como la banda sonora de Arrival cambió todo esto al incoporar a la música elementos ajenos al propio discurso musical (ruidos, voces, sonidos programados, etc.)
Gudnadottir, chelista y habitual colaboradora del islandes (ella también es islandesa) continuó sus exploraciones tras el inesperado y prematuro fallecimiento de Johannsson hace menos de dos años. Su primer gran encargo fué la segunda parte de Sicario, una película a cuya primera parte había puesto música Johannssonn y que ya tenía contratada. La premura del encargo y el tener un precedente tan marcado hizo que esta banda sonora no resultara, a mi juicio, demasiado brillante, pero le permitió dar el salto para poder abordar proyectos de mayor embergadura.
El primero fué la banda sonora de la miniserie Chernobyl y para ello utilizó sonidos grabados con una grabadora en los restos de la propia central y alrededores. Ruidos de tuberías, el gorgoteo del agua, el aire pasando por las galerías, murmullos de los árboles... todo ello se combinó con los sonidos de su chelo y un tratamiento electrónico para crear una banda sonora auténticamente desasosegante y que le iba como anillo al dedo a una producción de ese tipo.
REcibió un Grammy por ello pero también las críticas de los "puristas" de las bandas sonoras que veían en todo aquello una especie de anti-música, un asalto al sagrado canon orquestal que venía dominando la escena durante décadas. UJnos críticos que, si ya despreciaban el trabajo de Zimmer por utilizar recursos ajenos al canon y acercarse "peligrosamente" a otros ámbitos musicales como el rock, imaginaros cómo se han puesto con ésto
En Joker la cosa es menos extrema pero, aún así, la personalidad de Gudnadóttir se mantiene incolume en una partitura a la que la película debe al menos la mitad de su éxito (la otra mitad es la interpretación de Joaquim Phoenix)
Partituras inquietantes. Sonidos aventureros que, a buen seguro, harán las delicias de los foreros más arriesgados.
Edu, estoy convendido de que te gustarán mucho, puesto que, si no me equivoco, ya te gustaba Johannsson.