Si, ya sabes que el Canterbury no es mi fuerte. Un ejemplo reciente. Tim Bowness, a pesar de que, por momentos, me resulta demasiado monónoto, me gusta bastante. De todos sus discos, curiosamente y a pesar de ser los que más se separan del patrón marcado son los de Henry Fool. ¿Razón?... Me suenan a Canterbury.
No se que ocurre con esta música que pasa a través de mis neuronas sin dejar huella. No es que me desagrade ni me agrade, que me sea fácil ni difícil es que debe de haber una especie de incompatibilidad natural entre mi esquema cognitivo y esa música para que me resulte inaprensible. Sus notas con como los neutrinos que pasan por mi cuerpo sin colisionar con átomo alguno.
Escucho un disco y soy incapaz de recordar una sola nota, una sola sensación que me haya dejado. En ocasiones, tengo que hacer un esfuerzo para recordar en qué momento de la escucha dejé inconscientemente de prestar atención y ponerme a pensar en las musarañas
Lo de Henry Fool, cuyos dos álbumes son muy diferentes, es una
rara avis en la discografía de Bowness.
Curiosamente, su nuevo disco está en el
top ten brítánico... Curioso, insisto.