Un viaje alucinante el que hice el Domingo 14 de Mayo a partir de las 13.15. Cuando me enteré que esta exposición coincidía con mi viaje a Londres me metí en la página del majestuoso Victoria & Albert Museum para pillar entrada y me pegué un buen susto, no quedaban entradas para esos días, no me rendí y buscando y rebuscando encontré una página de venta de entradas y conseguí mi ticket para esa hora.
En la entrada te daban unos auriculares conectados a un pequeño aparato que te colgabas del cuello, imprescindible para toda la experiencia sónica y aquí comenzaba esta maravillosa aventura.
Se entraba a través de una réplica de la furgoneta que utilizaba la banda en sus comienzos y allí llegábamos a la primera sala dedicada a sus comienzos. Un techo con imágenes psicodélicas y música del primer disco “The Piper at the Gates of Dawn”, posters de aquella época y algún manuscrito de Syd Barrett nos llevaba a la siguiente sala dedicada a sus siguientes discos. Muchos instrumentos auténticos, alguna que otra réplica, manuscritos, fotos, videos actuales y antiguos, información por todos lados, jugosos comentarios en las pantallas por parte, sobre todo de Roger Waters y David Gilmour, algunos muy divertidos otros dramáticos, en fin, una mina de información de todo tipo. Después de la zona dedicada a “Obscured by Clouds” llegábamos a una de las sensaciones visuales de la exhibición, en una pantalla veíamos el prisma de “Dark Side of the Moon” girando y creando unos efectos tridimensionales alucinantes sin necesidad de gafas especiales! Allí me quedé un buen rato, en tus oídos sonando ese maravilloso disco y en tus ojos un prisma que giraba hipnóticamente formando unas imágenes bellísimas. Evidentemente la siguiente parada fue en la sala dedicada a “Dark Side…”, instrumentos utilizados para la grabación, manuscritos con notas hechas a mano, portadas alternativas, imágenes de la época… De allí a “Wish You Were Here” mi primer disco favorito de Pink Floyd, tengo dos, y aquello era la hostia, posters inmensos de las fotos de portada, contraportada e interiores del disco, una especie de holograma con la imagen del pañuelo naranja en constante movimiento y en las pantallas de video información súper interesante, como por ejemplo que tuvieron que darle fuego hasta quince veces al actor especialista para la foto de la portada hasta que se hartó y dijo, hasta aquí hemos llegado cuando el fuego se acercó peligrosamente a su cara, hay una secuencia de diapositivas en las que se ve todo el proceso, desde que le prenden fuego hasta que corren con el extintor, o la enigmática foto del tipo que parece zambullirse en el agua cuando realmente era un yogui que estaba medio enterrado en agua y barro y que por supuesto de vez en cuando tenía que salir a la superficie para no ahogarse, recalcaban los creadores de esas imágenes que tenemos que recordar que en aquella época no existía Photoshop y que había que hacerlo todo real. De aquí pasábamos a mi otro favorito, “Animals”, que compartía sala, la más grande de todas, con “The Wall”. Espectacular el montaje, una réplica enorme de Battersea Power Station con un enorme cerdo, fotos de todo el proceso de hacer volar el cerdo, perderlo, recibir la llamada de un granjero preguntando si estaban buscando un cerdo gigante que estaba asustando a sus vacas! En la zona “The Wall” muchísimo material, los inflables de la gira, el enorme profesor cabronazo e incluso la vara con la que golpeaban a Roger Waters de pequeño en el colegio, un enorme muro semiderruido, las máscaras de los falsos Pink Floyd que eran los que empezaban el concierto, el traje y el megáfono de Waters, en fin, para estar un buen rato viendo todas esas joyitas. De allí a “A Momentary Lapse of Reason”, un montón de camas con pantallas de videos, maniquíes tamaño natural cubiertos de bombillas… Zona Pulse, con carteles de la gira, uno de ellos del concierto en Barcelona, un par de ojos gigantes… “The Division Bell” dos gigantescas caras, iguales a las de la portada del disco, presidian esta parte de la exposición y otra vez mucha información de la creación del disco y de la mastodóntica gira. Y la guinda del pastel para el final. En una enorme sala cuadrada, cuatro pantallas, una en cada pared, con imágenes de la última vez que tocaron todos juntos, preciosas imágenes creadas para la exposición con un sonidazo increíble, “Arnold Layne” y “Comfortably Numb” atronando y unas caras de satisfacción alucinantes de los allí asistentes que sabíamos que habíamos sido testigos de un evento único.
Sinceramente pienso que ha sido una de las experiencias audiovisuales más emocionantes de mi vida, tuve los pelos como escarpias todo el trayecto y tres veces se me escaparon las lágrimas de la emoción, creo que es algo imprescindible para cualquier fan de la banda, si os lo podéis permitir no dudéis en visitarla, no os vais a olvidar en vuestra vida de ese par de horas.
Un último apunte, o se me escapó algo, que lo dudo, o no vi ninguna mención a “The Final Cut”.