Este disco se publicó tal día como hoy hace 35 años.
Recuerdo perfectamente, no ese día, pero si el momento.
Yo, entonces, estaba estudiando la carrera. Para sacarme unas pelillas, los domingos montaba un puestecillo (ilegal, claro) en el Rastro, donde vendía grabaciones cutres que yo mismo hacía de cassettes y unos cuantos pendientes, collares y demás abalorios que un conocido argentino me había dejado antes de volver a su país, tras recorrerse media Europa vendiendo esos cachivaches.
Por supuesto, la cosa no daba para mucho. Uno de los domingos inmediatamente posteriores a la salida de Discipline, al acabar la jornada, como hacía todos los domingos, revolvía un poco por las cajas que, pocos metros más abajo, ponía discos Melocotón con novedades, discos descatalogados, rarezas no editadas aquí en España (lo cual era todo menos raro entonces) y esos piratones que tanto nos llamaban la atención.
En el cajón de las novedades dí enseguida con esa portada granate con ese extraño símbolo y me sorprendió sobremanera ver impreso el nombre de King Crimson.
Yo entonces no solía comprar demasiadas revistas musicales y, a falta de internet, era realmente difícil estar al tanto de futuros lanzamientos, como no fuera algo sobre lo que estuvieras muy pendiente.
Es evidente que King Crimson, tras llevar 7 u 8 años separados, no era, precisamente, un grupo sobre el que uno tuviera la mirada puesta.
Iba a preguntar si se trataba de algún pirata, pero, al darle la vuelta, vi que, junto al nombre de Robert Fripp y el de Bill Bruford, aparecía en de un viejo conocido mío, Adrian Belew (por sus colaboraciones con Bowie, sobre todo) y el de Tony Levin, por lo que deduje que era un nuevo disco. Tras confirmarlo, sólo pude rascarme el bolsillo y empeñar en ello toda la exigua ganancia de la mañana.
La primera reacción ante su escucha sólo pudo ser de... sorpresa, tiendo que mirar más de una vez la pegatina del vinilo para contrastar que, efectivamente, el plástico que giraba era de King Crimson.
Tras la sorpresa inicial, la devoción por un disco que me pareció fantástico de principio a fin.