A la espera del nuevo album de Robert Plant, que sale la próxima semana, repaso este Lullaby and te Ceaseless Roar que es simplemente magnífico.
Reconozco que, sin ser un fan irredento de Led Zeppelin, siempre me han gustado. Es más, por algún motivo es el único grupo al que sigo realmente apreciando de toda esa hornada de grupos de hard rock (Deep Purple, Uriah Heep, Black Sabbath, etc.) que, en su momento, me encantaban, pero que desde hace muchos años no forman parte de mi paisaje musical.
Los dos primeros discos de Plant son también muy buenos y, por supuesto, también lo son los dos discos de Plant/Page, pero lo cierto es que siento una especial predilección por los discos que Plant ha ido sacando desde que retornara a la música activa, allá por 2002, con Dreamland.
Un Plant maduro, con la voz menos aguda que en sus comienzos, pero, sobre todo, con un regusto por la mezcla de estilos, en general, alejados de los que le hicieron famoso. Blues, jazz, folk de raices americanas, ritmos e instrumentos africanos, rock clásico.. todo un cocktail de elementos que le han llevado a sacar 4 discos, para mi, impresionantes.
Para muchos es evidente que Plant es sobre todo el cantante de Led Zeppelin que, con mayor o menor dignidad ha llevado su carrera hasta nuestros días.
Para mi, sin negar la importancia de Led Zeppelin, faltaría más, reconozco que lo que más me gusta de todo son sus cuatro últimos discos.