A mi Deadwing no me desagrada. ES verdad que es inferior a In Absentia y a Fear of a blank planet, pero me parece un buen disco. No así The Incident que a mi me resulta un disco ya bastante aburrido, como colofón de una serie donde ya se mantenía demasiado tiempo en un esquema que, lógicamente, a fuerza de repetirlo (él y otros muchos grupos que se apuntaron a ese carro) acababa por cansar.
Por eso, para mi fue una alegría cuando Wilson comenzó su carrera en solitario.
Siempre me había parecido que su principal ventaja era, al tiempo, su principal problema. A mi me encantaba que dispersara sus habilidades en proyectos tan diferentes. Me encantaba No-Man, me gustan mucho los dos primeros de Blackfield, me encanta el de Storm Corrotion y, con ciertas dosis, me gustaba mucho IEM e incluso algunos de los primeros discos de Bass Communion. Con el tiempo creo que comenzó a repetir demasiados esquemas al intentar mantener tan separados todos esos proyectos y, por tanto, creía que la posibilidad de empezar una carrera en solitario fuera la ocasión de fundir todos esos proyectos en uno sólo, tomando elementos de acá y de allá y produciendo algo diferente.
Lo cierto es que el primer disco, Insurgentes, estando bien, me parecía demasiado pegado a lo que había venido siendo su trayectoria con Porcupine Tree y, de hecho, creo que el peso del grupo sobre su carrera en solitario continúa siendo excesivo, pero, poco a poco, han ido teniendo más cabida ideas de otros proyectos. En Hand Cannot Erase, un disco que a mi me entusiasma, se escuchan ya ecos más pop, provenientes, quizás de NO-Man o Blackfield junto con elementos más ambient en algunos momentos (escasos) y elementos nuevos que va incorporando.
Creo que Wilson, al final, estaba siendo víctima de su propia voracidad. ES difícil mantener un nivel cuando sacas 7 discos al año, además de las giras, las remezclas, las colaboraciones, las producciones para otros, etc. Un Wilson totalmente centrado en su carrera con un disco cada dos años creo que puede dar lugar a buenos resultados todavía, aunque tiene un tremendo peligro: la hacketización.
Que le ocurra como a Steve HAckett, un músico que me encanta, del que casi cualquiera de sus últimos 8 o 10 discos me parece excelente, pero cuya uniformidad, al moverse siempre por ese terreno que ha encontrado y en el que se siente tan cómodo, hace que los discos resulten casi intercambiables y, por ende, faltos de excitación.