Concierto de PFM.
Recién regresado a casa de tierras italianas, no puedo sino hacer un comentario sobre una experiencia que, francamente, ha sido extraña.
Durante 5 días he estado por la zona de los lagos italianos, en concreto, entre el Lago Maggiore y el Lago d'Orta.
Había cogido un B&B en una punto intermedio, una pequeña localidad llamada Veruno.
Una vez hecha le reserva, me enteré que PFM estaban de gira y que, curiosamente, daban un concierto el día 13 de agosto en una localidad llamada Fontanetto d'Agogna, que estaba a apenas 10 minutos en coche de Veruno.
Durante el tiempo transcurrido entre que hice la reserva y la fecha de la partida miré insistentemente la web del grupo para ver si ponían las entradas a la venta, pero siempre hablaba de "más información en los próximos días".
Al no cambiar ese mensaje cuando apenas faltaban un par de días, supuse que, quizás, habrían suspendido el concierto. Todo hasta que, mirando la página del propio ayuntamiento de Fontanetto d'Agogna ví que el concierto se enmarcaba en el programa de fiestas de la localidad, en honor de su patrón, Sant'Alessandro.
La información decía que la entrada era gratis, salvo para quienes quisieran participar de la cena previa al concierto, que estarían ubicados en las primeras filas, sentados en meses, mientras que el resto era de pié, a continuación de los anteriores. No había forma de hacer pago anticipado por la cena ni nada por el estilo, de modo que, existiendo la posibilidad de ser gratis, me dispuse a acercarme y ver cómo era aquello.
Dado que se hablaba de cena previa (el concierto estaba previsto a las 10,30), me pasé (nos pasamos, puesto que viajaba con mis dos hijos) a las 8,30, para ver si podíamos apuntarnos a eso de la cena o ver cómo era, pensando que, siendo Italia, sería algo un tanto refinado y que, quizás, mereciera la pena.
Cuando llegamos al pueblo, primera sorpresa. Fontanetto d'Agogna es casi inexistente. Apenas dos calles con no más de 30 casas y, eso sí, como es habitual, una gran iglesia. Aparcamos el coche cerca de una verbena, donde la música (un pasodoble
) intentaba animar a que se acercara alguien. Intentar.. infructuosamente, porque en las pocas atracciones que había, no aparecía absolutamente nadie. Es incomprensible que en el día de la fiesta mayor de un pueblo, a las 8,30 no haya nadie en la feria que, se supone, es el centro de atracción, pero esa era la realidad.. nadie.
Pasamos al recinto donde se iba a celebrar el concierto y aquello era alucinante. Pensar en el pueblecito o aldea más pequeña de España... pues eso era. Una carpa no demasiado grande, donde se disponían una mesas y que, a la hora en que llegamos ya estaban casi llenas.
Al entrar, pregunté cómo funcionaba aquello y me vinieron a decir lo mismo, que si nos apuntábamos en una mesita a la entrada todavía podríamos pasar a sentarnos en las mesas y cenar antes del concierto para verlo desde allí y que, si no, en todo caso, podíamos verlo desde fuera de la carpa gratis.
En el momento en que íbamos a apuntarnos, comenzaron a aparecer de una puerta trasera (que debía ser la cocina) una serie de chicos y chicas con platos de plástico llenos de chorizo, queso y pan.
Ciertamente, pagar 35 euros (x3) por un plato de chorizo y queso me pareció excesivo. Preguntamos en qué consistía el "menú" y nos dijeron que más o menos era eso, además de una jarra de vino y una rosquilla típica del pueblo.
Decidimos pasar e irnos a cenar algo decente a otro sitio... Pero la cosa era complicada. Los dos bares del pueblo, en lugar de estar abiertos para hacer "el agosto" durante el día festivo.. estaban cerrados. Nos vimos obligados a coger el coche.. recorrimos varios kilómetros y.. lo mismo, todo cerrado. Apenas ningún sitio y los que veíamos cerrados. Ya cansados, preguntamos a una persona que vimos por allí y nos recomendó... un McDonalds, como única opción posible en 15 kilómetros a la redonda. De modo que, tras no sé cuantos años sin pisar uno de esos establecimientos, el McDonalds se ofreció como la única opción al chorizo y el queso a 35 euros.
Tras reponer fuerzas, volvimos al pueblico que, más o menos, presentaba el mismo ambiente. Casi todo el mundo estaba sentado en las mesas, de modo que no fue difícil hacerse un hueco entra las no más de 70 u 80 personas que quedaban andando, charlando y, sobre todo, fumando, por los alrededores.
El personal era el típico de las fiestas de pueblo. Aquello podía ser Fontaneto d'Agonna o Navalamierda de Arriba. 5 mendrugos cocidos a los que parecía importarles lo mismo que tocara PFM o una banda de pueblo haciendo versiones de Rafaella Carrá.
Para nuestra sorpresa, el concierto empezó incluso antes de lo anunciado. A las 10,20 salió al pequeño escenario un pavo que, seguramente, sería el alcalde o el organizador de las fiestas, presentando al grupo.
Estos salieron como Pedro por su casa. Sabido es que ya no está tampoco Franco Mussida, por lo que el peso del grupo recae ya tan sólo en Franz di Cioccio y Patrick Djivas, con la importante participación de Lucio Fabbri (colaborador de largo recorrido del grupo y que ahora se ha incoporado como miembro "oficial" tocando el violín y otros instrumentos). Además, otros tres músicos más recientes.
Dadas las perpectivas, pensaba que tocarían su repertorio más "animado" y rockero, empezando por los temas de su últimos disco "Emotional Tatoos" que es, seguramente, más simple que su repertorio habitual.
Pues de eso nada. PFM fueron desgranando de forma absolutamente profesional y muy seria una suerte de temas de sus primeros álbumes: Impressione di Settembre, La Carrozza di Hans, Photos of Ghosts, Il Banchetto, Dove...cuando, una versión de Romeo y Julieta de Prokofiev y tan sólo tres temas del último álbum.
Eso sí, el sonido era pésimo, variando enormemente dependiendo de dónde te ubicaras. Supongo que dentro de la carpa sonaría mejor, pero fuera la voz se oía muy poco y, en general, el sonido era bastante bajo, hasta el punto en que se oía más a la gente de alrededor que al grupo.
Francamente, no me imagino una fiesta de un pueblecito similar en ESpaña donde no sonara la consabida orquesta tocando Paquito el Chocolatero y una versión del Despacito. Desde luego, no me imagino a los parroquianos permanecer sentados mientras escuchar versiones de música clásica, música instrumental, improvisaciones jazzísticas.. pero, en fin... es Italia.
La reacción de la gente era curiosa. Entre cierto fervor (se conocían muchas canciones) y bastante desinterés, sobre todo por parte de quienes estaban fuera de la carpa.
No era, desde luego, el lugar ni el ambiente donde uno se imagina escuchar a un grupo como Premiata Forneria Marconi, pero estas cosas deben pasar allí, ya que, no en vano, tras un largo tour mundial con todo vendido, han iniciado una pequeña gira por Italia en plazas, la mayor parte de las cuales, supongo, son en pequeñas localidades como ésta y en el marco de las fiestas patronales.
Vamos que ahí tenemos a todos unos PFM haciendo bolos como si fueran la Orquesta Chapulín en sus comienzos, con la furgoneta y tocando en pueblachos.
Sorprendente, desde luego.
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