Si algo creo que hay que agradecerle a Steven Wilson es, sobre todo, su revalorización de la figura de Ian Anderson y Jethro Tull que, para mi, siempre han sido unos de los más injustamente infavalorados músicos sobre la faz de la tierra.
No es que no hayan tenido reconocimiento, claro, pero durante mucho tiempo fueron absolutamente vilipendiados.
REcuerdo aquella enciclopedia del rock que El País publicara allá por los primeros ochenta donde el artículo dedicado a Jethro Tull se llamaba "pedo viejo", donde ponía en boca de un supuesto Anderson la falta de comprensión sobre porqué su música resultaba anticuada y fuera de onda para las nuevas generaciones. Un artículo que tenía no pocas notas de desprecio hacia Anderson.
Y es que, en aquellos primeros años 80, Anderson representaba la antítesis de lo que "se llevaba". Por lo pronto era un tipo poco "refinado" para los gustos de una gente que se deleitaba con Sylvian-Japan, Roxy, Visage, Duran Duran, Ultravox, Bowie y todo aquel que luciera una cierta apariencia andrógina. Desde luego el "rudo" Anderson, con sus barbas y su ya más que incipiente calvicie resultaba un personaje poco atractivo en ese entorno.
Su música, por otra parte, conjugaba las dos vertientes más vilipendiadas en aquel momento: el progresivo y el folk. Si los músicos progresivos eran calificados de dinosaurios, los grupos con influencias folclóricas eran reducidos al papel de "la música de la abuela".
Ni que decir tiene lo que podía suponer entonces un grupo que presentaba una conjunción de ambas cosas y que, además tiraba de blues. Puag, que asco, esa música tan antigua y sudorosa.
El intento de Anderson de competir en esa liga resultó un fracaso ("A") y, a pesar del inesperado Grammy de Crest of the Knave, pasó muchos años en el olvido, sacando discos que no tenían la más mínima repercusión.
Sin duda, esos discos no estaban ni de lejos a la altura de lo que sacaron en los 70, pero ya habrían querido para si los Genesis o los Yes sacar algún disco que, siquiera, pudiera parecerse a Root to branches.
Anderson se mantuvo fiel a su estilo combinando discos del grupo con esos discos en solitario que resaltaba Carlos y de los cuales, dos al menos son magníficos.
Pero la gran década de Jethro fueron, que duda cabe, los 70 y en esos años, como dice Angel, no tenían nada que envidiar a nadie.. repito... a nadie.
Se suele olvidar algo muy importante: las dotes compositivas de Anderson.
Anderson es un enorme compositor que, quizas quede un poco enmascarado por una peculiar forma de entonar cuando canta que, de algún modo, uniformiza en exceso el resultado final.
Si algo resulta sorprendente en su nuevo espectáculo en el que, como decia, el hombre canta a más bien poco es escuchar esas canciones en las voces (preciosas voces) de otros cantantes y ver como esas canciones no solamente no pierden sino que, al contrario ganan mucho al acoger matices diferenciales.
Quizás, nunca había escuchado REquiem como el otro día cantado por esa cantante islandesa. En su voz resultaba absolutamente sobrecogedora.
TEmas con mucha base "clasica", pero también con mucho jazz y, sobre todo, con mucha variación. Los motivos en esos discos de Jethro surgen a borbotones. Melodías ingeniosas y poco trilladas que aparecen por todas partes.
No hay más que darse cuenta de una cosa. Hoy en día hay muchos grupos que suenan como Yes y ni os digo la cantidad de grupos que beben de las fuentes de Genesis. Muy pocos, por no decir ninguno, se acerca ni de lejos a las melodías de Jethro.
No se trata sólo de la peculiar forma de cantar de Anderson o del uso de la flauta, son las composiciones en si.
Ahora mismo, tampoco es que Jethro entre dentro de las músicas que más me apetece escuchar, pero creo que la calidad de su música es fantástica.