No se si este hilo es el más apropiado. Supongo que si, dada la heterogeneidad que alberga ese "pensamientos variados sobre música".
En todo caso, me permito traer aquí un mensaje anterior de Carlos en otro hilo que me ha llamado la atención y con el cual no puedo estar más de acuerdo.
Lo curioso es que a veces se plantea la dicotomía entre "interesante" o "disfrutable". Ya sé que es algo muy subjetivo, pero la pregunta es, ¿cuánto es "interesante" y "disfrutable" a la vez? Por un camino que prima lo interesante podemos llegar a una postura rayana en el esnobismo (-mi ideología es que prime la novedad por la novedad, la originalidad por la originalidad, si la música no es lo bastante "rara" es una concesión comercial despreciable-). Por el otro camino, se podría llegar a un cierto inmovilismo estético (-mi ideología es que prime la seguro como seguro, más de los mismo porque sólo quiero más de lo mismo que ya me gusta, si la música no es lo bastante "clónica" o que me das es una concesión para snobs despreciables-).
Obviamente es una caricatura, pero algo hay de esto.
En mi caso, mi lado "margarito" me dice que "yo sé lo que me gusta", y mi lado "enfermo" lo que más aprecia es descubrir y descubrir.
La tradicional dicotomía entre "margaritos" y "enfermos", aunque mucho me temo que lo que Carlos entiende aquí por "margarito" sea considerado suficientemente "enfermo" por la mayoría. Y eso es, sobre todo, lo que quería traerá a colación, que en ese proceso de "enfermar" no nos damos cuenta de que vamos "corriendo" la barrera que separa ambos conceptos, ya que lo cierto es que para que a alguien que lleva a sus espaldas 40 años de música ininterrumpida y unos cuantos miles de discos escuchados, una nueva propuesta pueda resultarle algo "interesante", en ese sentido que menciona Carlos, es bastante complicado que, al mismo tiempo, resulte también "disfrutable".
Y esto es así, por que los márgenes que permite el arte para que algo resulte novedoso, original o raro son cada vez más limitados y, ciertamente, estos se encuentran en un extremo tal que, para que algo entre en esas categorías, yo diría que casi "necesariamente" ha de ser objetivamente "feo" y, por tanto, poco "disfrutable".
Sin duda, la experiencia en esto es un grado y cosas que a otras personas resultan llana y simplemente inaudibles a algunos de nosotros nos pueden resultar tolerables o, incluso, disfrutables, pero lo cierto es que la música que nos pueda resultar original hace ya muchas yardas que dejó de ser disfrutable para el común de los mortales e, incluso, para nosotros mismos.
El RIO quizás, fue la última barrera. El último gran compendio de música que podía aunar ambas características. Y es que, más allá, si seguimos primando la originalidad, en lo que a mi respecta, al menos, caemos ya en el "lienzo en blanco", en la novela escrita con "palabras o letras aleatorias", en la película "kaleidoscopio". Algo que puede valer como "botón de muestra" o que, incluso, cuando las leyes del azar juegan a favor del músico (y de nosotros) nos ofrece algo mínimamente disfrutable, pero cuando uno lleva un tiempo en ese camino y, de repente, vuelve a aquello que disfrutaba realmente, el shock suele ser fuerte y la pregunta inevitable "¿que demonios hago yo haciendo esfuerzos por digerir esto?.
El problema es que el virus ya está inoculado y, a la inversa, cuando volvemos a instalarnos en la comodidad de lo "disfrutable", de aquello que, original o clónico, se vincula con esquemas ya asimilados, sentimos que, de algún modo, nos aburre. Que falta la emoción.
En esa situación, siempre viene alguien que te dice aquello de.. lo que tienes que hacer, simplemente, es ver si algo te gusta. Tu le miras a la cara y piensas "¿que simplemente.... me guste?. Te faltan muchas yardas y horas de escucha para llegar a entender que eso ya no es posible".