Hace muy poquito estuve en el museo de Kafka en Praga.
Desgraciadamente, como suele ocurrir con casi todo, el turismo ha acabado por convertir a Kafka en una imagen de marca de la ciudad.
Kafka en camisetas, Kafka en tazas de desayuno.. en calendarios y bolígrafos; en posavasos y en láminas para enmarcar por personas que, a buen seguro, en su vida han leído una sola página suya y que, probablemente, nunca lo hagan.
Frente a esa imagen banal y adulterada, aún recuerdo los escalofríos cuando, casi un adolescente, me adentraba por las páginas de la Metamorfosis, el Castillo o el Proceso. Textos extraños en los que uno sólo intuía alguno de los posibles y ocultos significados. Obras que podían leerse de muchas formas y que resultaban, igualmente, crípticas y apasionantes.
Personajes perdidos y asombrados, como yo mismo, frente a ese mundo que nunca empiezas a acabar de entender.
Luego, con bastantes más años, he vuelto esporádicamente a Kafka y tengo que decir que es de los pocos autores que siempre me dejan la misma sensación, sobre los que mi opinión no solamente no ha cambiado sino que siguen produciéndome el mismo deleite.
Respecto de lo que dices, Carlos, de las traducciones, ciertamente, sería un ejercicio interesante. Yo es algo que siempre me he planteado en relación con la pareja Cervantes-Shakespeare.
Para mi, Shakespeare es muy superior al manchego, pero siempre tengo la duda de si la "actualidad" de sus textos se debe a su pluma o a las traducciones.
Uno lee Macbeth y, evidentemente, lo encuentra un texto muy actual, que puede leer de corrido aunque, aquí y allá, tenga que tirar de notas explicativas al margen, pero leer el Quijote resulta absolutamente tedioso por cuanto, casi en cada palabra, uno tiene que estar acudiendo a esas notas para ver el significado exacto de lo que quería expresar, de lo que quería decir tal o cual expresión en castellano antiguo o de los dobles sentidos que podía tener una frase en aquellos años.
Supongo que para un inglés, a lo mejor, Shakespeare resulta tan tedioso de leer como Cervantes para nosotros ya que, en lugar de traducido a un inglés contemporáneo se mantiene en el inglés original y, por tanto, con mil giros y significados que resultan ocultos al inglés actual.
Protablemente, por la misma razón, El Quijote gusta tanto a lectores no españoles, ya que el texto, al ser traducido, lo será a un inglés, francés o alemán actual y comprensible.
Nunca he visto un Quijote en ínglés, pero sería cuestión de hacer la prueba. Seguramente también si se tradujese a la inversa, de inglés a español, resultase mucho más fácilmente legible que si lo hacemos en el castellano original.