Segunda escucha a parte de este disco de Kamasi Washington, que me viene al pelo para incidir en lo comentado anteriormente.
Estos días atrás he estado escuchando mucho jazz, sobre todo de M-Base, pero reconozco que esa música, por momentos, me resulta demasiado .. cerebral. No me desagrada pero es raro que me enganche por esa vía. Frente a ello, he estado poniendo algo de herbie Hancock (no lo más comercial, desde luego) y me gustaba, pero, al tiempo, me daba la sensación de recorrer ya un camino tan trillado que uno se pregunta si, para eso, merece la pena continuar escuchando más allá de los discos de los 60.
Este Kamasi Washington es un ejemplo de equilibrio entre ambos extremos. Sin duda, más cercano de lo convencional (es una lástima) no renuncia a momentos de auténtica intensidad emocional (a la Coltrane), al tiempo que su eclepticismo hace que en su disco tenga cabida prácticamente todo.
Sin duda está siendo la sensación, no sólo del año, sino de las dos últimas décadas en el mundillo del jazz. Y, probablemente, más que por la calidad de la propuesta (que la tiene) por el hecho de abrir el jazz a un público que, hasta ahora, no se interesaba por esta música. El no graba en uno de los grandes sellos al uso sino en un sello dedicado a la música negra (hip-hop y todo esto). En los últimos años, Kamasi se ha dedicado a poner su saxo al servicio tanto de grandes estrellas de relumbrón del jazz como músicos de hip-hop. Esto es jazz, sólo jazz, que nadie se confunda, pero supongo que sus precedentes le han hecho entrar en la nómina de audiciones de gente que hasta ahora sólo oía ese otro tipo de música.
Y lo bueno es que lo ha hecho por la vía difícil. No haciendo concesiones o la tradicional mezcla de jazz con hip-hop, ya muy transitada (que se lo digan a Steve Coleman), sino ofreciendo un monumental disco triple en el que parece querer pasar revista al jazz que va de Coltrane a Wather Report, pasando por Mingus o Miles y, encima, añadiendo aquí un coro, aquí una orquesta.
Desde hace por lo menos dos décadas no había en el jazz un fenómeno que despertara tan unánime interés de crítica y público. Los más "avanzados", seguramente encontrarán esta propuesta demasiado "tradicional". Es posible, pero creo que, en las próximas décadas, cuando se hable de los grandes discos del jazz de todos los tiempos, habrá que abrir la nómina a este The Epic.
No es A Love Supreme, no es A kind of Blue.... pero no creo que les ande muy lejos en cuanto a su "importancia histórica". Al tiempo.