Near Dark fue el último disco en el que trabajaron juntos Edgar Froese y Chris Franke, junto, en este caso, a Paul Haslinguer y, para muchos supone el punto y final al Tangerine Dream disfrutable (ya sabéis que yo no opino ni mucho menos así), ya que el siguiente disco sería Optical Race y, desde luego habría muchos cambios en lo musical.
Como es habitual con estas bandas sonoras, existen versiones con diversas portadas. Las dos primeras corresponden a las versiones que salieron originalmente, en 1988, en USA y UK, respectivamente, mientras que la última es la reciente versión remasterizada con temas extra (que es la que yo tengo) y que, desde luego, podían habérsela currado un poquito más porque es fea hasta decir basta.
Ayer escuché este disco como colofón a la lectura del libro de Edgar Froese, en el cual me llama la atención, sobre todo, el desafecto con el que éste se refiere a la mayor parte de los músicos que le han acompañado en el grupo y especialmente hacia Chris Franke, con quien compartiera nada menos que 16 años, si no recuerdo mal.
Bien es verdad que Froese se empeña en dejar muy claro durante todo el libro que TD es él (algo que, desde luego, cualquiera puede intuir). Y no tanto por el valor que pueda tener dentro de lo estrictamente musical (sobre lo que no entra en demasía) como por el papel de factotum que tenía en el grupo. El era el que decidía cuando despedir y coger nuevos músicos, el que planificaba todas las actividades, el que viajaba a Paris, Londres o Los Angeles para conocer de los proyectos y firmar contratos, el que acordaba las giras, etc. etc. Los otros miembros tan sólo acudían allí donde se les requería para firmar algo o tocar.
Con todo, ya digo, me resulta extraña la desvinculación afectiva que mantiene con casi todos ellos, donde apenas se vislumbra otro tipo de relación que no sea la estrictamente profesional. En el caso de C. Franke, el capítulo de su despedida se abre, más o menos, con una frase tal que "no puedo negar que Franke no aportara cosas en lo musical, pero tengo que reconocer que cuando se fue tuve una mezcla de sentimientos: de liberación por dejar de trabajar con alguien con quien no acababa de sintonizar y también de preocupación por el futuro que podría emprender el grupo".
Al parecer, en los últimos años en particular, Franke había estado vinculado a proyectos en solitario sin rendir cuentas a nadie de lo que estaba haciendo y la gota se colmó el día en que dieron su último concierto juntos en Berlin, cuando Froese tuvo que lidiar absolutamente solo con todos los preparativos y, sin siquiera poder contactar con él y sin saber si iba a tocar en el concierto, se presentó sólo 4 horas antes.
Tras la marcha de Franke, el, entonces, dúo, firmó por tres años con la recién creada compañía de Peter Baumann, con quien, recordemos, tampoco es que hubieran acabado demasiado bien cuando éste salió del grupo. Se inician los llamados Melrouse Years, con discos como Optical RAce, Lily on the Beach o Melrose, que supone ya la incorporación de Jerome Froese como miembro de pleno derecho del grupo. Ahí si que empieza otra cosa bien distinta.