Las recientes publicaciones relativas a Magma ya han visto la luz y pueden ser un magnífico (auto)regalo para estas navidades. Ambos libros son en francés pero su lectura es más que recomendable para cualquier magmático.
Yo estoy leyendo Au Coeur du Magma, de Klaus Blasquiz. Klaus siempre ha sido lo más cercano a la memoria del grupo desde dentro de él mismo. Apoyado por una gran cantidad de material gráfico es realmente muy ameno y, en muchos aspectos, desmitificador.
En cuanto al "Christian Vander : A vie, à mort, et après..." se basa en una larga entrevista de Christopher R. Rossi al propio Vander.
Según cuenta el autor, la larga conversación fue bastante más divagante que lo finalmente reflejado, pero todo se ha estructurado consiguiendo una continuidad que facilita su lectura.
Yo no tengo todavía el libro (lo espero para el 6 de Enero) pero sí he podido disfrutar un par de días del ejemplar de un ilustre forero.
No puedo reprimirme de haceros un pequeño resumen del extraordinario y revelador primer capítulo de dicho libro:
El primer capítulo de este libro es brutal, al tratar de la infancia de Vander. Realmente una niñez digna de cualquier obra de Dickens. El relato de los hechos en tercera persona parece redactado para alimentar el morbo, pero oírselo al propio Vander ayuda enormemente a centrar a la persona y al personaje.
De hecho, el propio Vander siempre ha evitado hablar de esa sórdida época de su vida más allá de un par de anécdotas, por lo que en cierta manera, se desnuda en esta obra. A grosso modo, su madre le tuvo con 16 años. Su abuelo paterno era falsificador de billetes y su padre tuvo que desaparecer tras una vendetta con unos mafiosos que atacaron al abuelo. De él solo heredó su colección de discos de jazz y una única foto con su madre. No volvió a verle.
En principio, él y su madre se fueron a vivir con sus tíos, y su madre lo llevaba con cuatro años a los clubs de jazz donde pasaba el día con los jazzmen. Recuerda sentarse entre bambalinas en los conciertos al lado de la batería de Art Blakey. Se quedaba hipnotizado con los tambores.
Pero cuando su madre se iba de gira para seguir con su carrera de bailarina sufría el abuso de sus tíos. Hasta el punto que su tía le llamaba "la cosa horrible" y lo azotaba. En casa de sus tíos la música estaba prohibida y él esperaba la mínima ocasión en la que no estaban para sacar sus discos de jazz mientras tocaba sobre palanganas y cacerolas y bailar hasta la extenuación.
Finalmente, a la edad de 10 u 11 años pudo reunirse con su madre, en un pequeño apartamento de Paris. Ella se había casado con Maurice Vander, aclamado pianista que le dio el apellido y poco más. Para entonces, su madre le descubrió el jazz de vanguardia. Por su pequeña casa pasaban los mejores músicos: Kenny Clarke, Bobby Jaspar, Elvin Jones... e incluso Chet Baker vivió con ellos una temporada. Viendo que a Christian le apasionaba la batería Chet arrampló con una batería alquilada tras un concierto y se la regaló.
Durante dos años Vander disfrutó de esa batería y de los consejos de Clarke o Jones. Pero los los dueños dieron con la batería y todo acabó con Vander sentado ante el tribunal, medio borracho pues su madre le hizo beber un vaso de vino para calmarle y condenado a pagar ¡dos años! de alquiler.
Todo fue a peor cuando su madre (como muchos en ese ambiente) se enganchó a la heroína. Incluso un día (con 14 años) ella, completamente colocada, le animó a probarla. En una ocasión tuvo que salir de su casa a gritos pues su madre casi la palma por una sobredosis. Finalmente ella acabó en la cárcel al ser pillada con un pequeño cargamento para distribuir entre los músicos.
Sus tíos reclamaron su custodia, pero él se las apañó para quedarse solo en el apartamento, sin ingresos, sin electricidad, sin sustento y sin personas a quien acudir. Se alimentaba de lo que robaba en el colmado de la esquina que hacía la vista gorda y de lo que le pasaba su vecina. Y ésta misma le tiró un cable para que al menos tuviese luz... y pudiera poner el único electrodoméstico que funcionaba: su tocadiscos en el que una y otra vez giraban los discos de Coltrane.
Vander asegura que Coltrane fue la persona que le salvó con su música.
Y Coltrane murió... y Christian quiso morir con él.