El milagroHabiendo tomado la drástica decisión de cerrar mi cuenta en Twitter, estoy transitando ese período tan especial llamado
síndrome de abstinencia. Conlleva una serie de malestares mentales y físicos, sonambulismo, pesadillas y demás.
Hace unos días atrás, cuando, obligado por las circunstancias, debí pasar por el supermercado (como cualquier
mortal con hambre), descubrí un escaparate con libros. Hacía, quizás, unos 35 años que no me detenía ante ningún ejemplar escrito. Es más: no sé si la oferta había estado siempre allí y yo, ciego para esos elementos, había pasado por delante mil veces sin verlos.
El asunto es que el nombre de
J.G.Ballard hizo el milagro. Ese escritor tuvo, en mi juventud, el magnético poder de desplazar, muy brevemente, a mi amado Ray Bradbury.
Final para esta breve anécdota que justifica mi intervención en este hilo.
Claro que algo alterado el orden de los factores, porque aún no lo leí. Pero todavía me asombra el momento mágico que viví: pasar el libro por el lector de códigos y sin tener en cuenta el precio, echarlo a la bolsa con las restantes cosas. No me reconozco.