Son malos tiempos para la cultura.
Terribles. YO, desde luego son los peores que he conocido (y ya tengo unos añitos)
Es desolador montar en un vagón de metro y ver como todo el mundo (absolutamente todo) va mirando absorto la pantallita del móvil (whatsapp, facebook, etc.) cuando tan sólo hace unos pocos años atrás veías a todo el mundo con un libro en las manos.
El cine está siendo sustituido por las plataformas de pago que, desgraciadamente, salvo honrosas excepciones, se nutren de blockbusters y series. Yo tengo acceso a HBO y a Amazon Premium. ES terrible ver como, al entrar en ambas, y tras buscar durante un buen rato, chequeando un buen número de títulos, apenas detecto tres o cuatro películas que, sin se ninguna maravilla, pueden llamarme la atención. El reto, son todo películas para mi absolutamente prescindibles. Comedias chorras americanas, Películas de acción tipo FAst and Furious, cintas de terror adolescente, etc.
Si vas al teatro o la ópera, la media de edad del público te indica que, o hay un cambio generacional rápìdo o dentro de 15 o 20 años van a estar vacíos.
Todo va parejo. NO sé si es causa o consecuencia pero hace por lo menos 20 años que no salen nuevos pintores, músicos, escultores, etc. que tengan impacto cultural.
Y por "impacto cultural" me refiero a una figura que es difícil de definir porque "impacto mediático" sin duda hay muchos que lo tienen. El "Despacito" supone impacto mediático pero no es a eso a lo que me refiero. En el otro extremo, podríamos afirmar que en los últimos años se ha producido una proliferación de creadores como nunca antes se ha producido. Muchos y de gran calidad. El prog español es un buen ejemplo de ello. Si en los 70-80 hubieramos tenido la cuarta parte de los grupos que hay ahora y con la mitad de calidad, España sería hoy en día un país a recordar dentro del prog como Italia o REino Unido. Sin embargo, son grupos que apenas tienen el seguimiento de sus familiares, amigos y entorno cercano.
El otro día lo hablábamos. Yo creo que en toda España, ahora mismo, no hay más de 1.500 o 2.000 personas aficionadas al progresivo y es entre ese reducido grupo entre el que tienen que dividir sus propuestas las decenas y decenas de grupos que hay actualmente funcionando en nuestro país. El resultado es el penoso panorama que tenemos. Conciertos donde no hay más de 50 personas; tiradas de discos que en el mejor de los casos llegan a los 75 o 100 ejemplares y formaciones que graban y desaparecen por la imposibilidad de malvivir de ésto.
Entre el gran "impacto mediático" de lo comercial y esta pléyade de creadores de casi nula repercusión hay un auténtico desierto que antes no existía.
Siempre se ha criticado (seguramente con razón) el papel de las multinacionales y de las grandes casas discográficas. Se pensó que internet iba a ser la panacea, por la democratización que supondría el que cada cual pudiera grabar y editar sus discos sin contar con el concurso de los grandes sellos. Pero, como suele ocurrir en esta vida, las cosas no son como pensamos que van a ser sino.. como son realmente. Y lo cierto es que, en ausencia de un mercado interesante para las multinacionales (centradas ya solo en promocionar cuatro chorradas comerciales), el pastel se ha dividido en tantas migajas que es imposible siquiera ver que se trataba de un pastel.
Hace unos días, un amigo fotógrafo me decía con pesar que no veía a la fotografía un futuro más allá de 10 años. El valor de la fotografía, de la imagen, a base de difundirse y crearse de forma tan sencilla (todo el mundo tiene su móvil y acceso inmediato a millones de imágenes) ha acabado por diluirse. Hoy en día nadie paga por una fotografía de autor, por buena que sea. Se la descarga y la imprime en papel de alta calidad. Aunque, en realidad, ya ni siquiera se hace so porque la gente se limita a verla en la pantalla del móvil. ¿Qué sentido tiene hacer fotografías de forma profesional si nadie te va a pagar un euro por ellas?.
Esta facilidad de creación y acceso ha producido además otro fenómeno: la sobreabundancia. Hay auténtico overbooking de propuestas. El disfrute y deleite de un disco, una película o una fotografía son cosa del pasado. Ahora se consumen, se devoran ávidamente sin dejar que nada deje el suficiente poso como para ser procesado.
Sup0ongo que, como suele ocurrir, todo será un movimiento pendular y tarde o temprano las cosas volverán a su cauce y la cultura volverá a tener el papel que merece pero, hoy por hoy, estamos en uno de los extremos del recorrido del péndulo... en el más deprimente.