Un fragmento:
La buena ciencia ficción es seria. Y bastante. Hace gala de un marcado acento progresista cuando muestra y denuncia, a través de las parábolas de sus mundos y de los personajes y situaciones recreadas, los peligros inherentes al conformismo, al dogmatismo, a la automatización y al encorsetamiento de la infinita capacidad de soñar del ser humano en moldes estrechos. Cuando la buena Ciencia Ficción se atreve a extrapolar las consecuencias de lo imposible, revela su incontestable vocación de despertar conciencias con el objetivo de emancipar al hombre de sus miserias.
Lo que ocurre con aquellos que niegan tales características a la literatura de Ciencia Ficción, es que seguramente consideran que no es nada recomendable para el "status quo" que existan lectores para Los desposeídos de Ursula K. Le Guin, Todos sobre Zanzíbar de John Brunner, 334 de Thomas Dish o Incordie a Jack Barron de Norman Spinrad, entre otros. Estos son libros que pueden impulsar a pensar de formas diferentes a las publicitadas, tanto por los verborreicos "informadores" de la radio y la T.V. como por los dictadores del estilo de vida que se presentan como única opción deseable en telenovelas y en las revistas de moda.