"Nuevo lo que se dice nuevo, no hay nada."
Leí esta frase en rojita y me gustaría comentarlo. Pues la verdad lleva razón jeje. Lo último original salió de diversas formas en los años 70 y quizás alguna cosa en los 80, o sea que llevamos 50 años viviendo musicalmente de las rentas.
Por hacer un símil tenístico cuando algunos dicen que hay nuevos jóvenes valores otros sin embargo acallan esto con la realidad de que los treintones Nadal y Federer y al que puede se les una Jokovic siguen ganando los grandes torneos. Según McEnroe ésta es la era dorada del tenis con estos 3 tenistas que han coincidido en el tiempo entre sus 5 primeros tenistas preferidos de todos los tiempos. Pues esto mismo lo aplico yo a la música jeje.
Sólo hacer un apunte, si algún compositor hace algo original por ejemplo en bandcamp y de ahí no sale es trabajo inútil. Hace falta algún tipo de reconocimiento ya sea popular o académico para sacarlo del ostracismo. Me parece casi sobrenatural que un disco como Relayer de Yes con esa complejidad que conlleva llegara a los primeros puestos de las listas americana e inglesa cuando normalmente el oído blando del pueblo no suele ser capaz de asimilar esas rítmicas a lo Stravinsky. Algo grandioso ocurriría en esos años.
Permíteme disentir contigo en este punto, razonando ¨por el absurdo¨.
Sin duda que la afirmación : ¨nada nuevo bajo el sol ¨ puede aplicarse diariamente a la música, al tenis, al futbol, a la literatura, o a lo que sea.
Es como decir : ¨todo tiempo pasado fue mejor¨. ¿Para qué, entonces, voy a practicar tenis?, si jamás llegaré a ser como Nadal o Federer?. Tal vez hubiera que avisarles a Messi o a Cristiano Ronaldo que, si no están enterados, ellos no cuentan : desde que jugaron al futbol Maradona y Pelé no hemos visto nada igual. Y su esfuerzo, seguramente, será en vano.
No creo que el ejemplo tenístico o futbolístico sea adecuado. El deporte es algo que no se ha construido de forma evolutiva.
En cada momento, hay jugadores y equipos que alcanzan un nivel excepcional. Son los mejores en cada momento y, seguramente, cada cual aporta su particular punto de vista, su granito de arena o su especialidad que les hace ser diferentes (hasta cierto punto) de los demás.
En el arte (literatura, cine, música, etc.), durante toda la historia ha existido un concepto evolutivo, donde ya no hablamos de artistas concretos sino de movimientos, de corrientes. En pintura, el primitivo románico se perfiló en el gótico. La pintura realista u costumbrista de Velazquez o Vermee se va "deformando" hasta que Goya introduce el subconsciente y los fantasmas interiores en el lienzo. Los motivos realistas se transforman, por una parte, en elementos simbolistas e imaginarios, mientras que, por otro, los trazos se difuminan dando paso a movimientos como el simbolismo, el prerafaelismod o el impresionismo.... En fin, no voy a seguir con un curso acelerado de historia de la pintura, pero está claro que esa evolución llega a un punto final: la abstracción total. Digamos que un cuadro en blanco o un fondo azul con un punto rojo es lo máximo a lo que puede llegar la abstracción de la pintura, sin dejar de ser pintura. A partir de ese momento, sólo quedan dos caminos: seguir repitiendo modelos del pasado o, lo que para mi es el post-punto final: la síntesis. Mezclar, cada cual a su manera, elementos ya tratados en el pasado para conseguir una síntesis particular.
Es evidente que eso, en principio, podía ofrecer resultados novedosos, pero, como todo movimiento, transcurrido un tiempo, comenzó a caer en la repetición.
El problema es que antes, cuando llegaba ese momento, había alguien que daba un pasito adelante, subía un escalón y llevaba la pintura a otro nivel, pero ahora, como dice Pergolesi, llevamos 50 años (alguno más en pintura) repitiendo eso de la síntesis de elementos, siendo algo que comienza ya a estar más que visto.
De pronto, hemos pasado del arte, como materia evolutiva, al arte en el sentido deportivo, donde ya no cabe esperar nada nuevo sino tan sólo que, dentro de cada generación, sobresalgan unos cuantos valores que, por su calidad, destaquen sobre el resto sin que, en el fondo, aporten algo más un particular punto de vista que puede diferenciarlos del resto.
Son dos concepciones muy distintas. No digo que una sea mejor que la otra, pero lo cierto es que, después de 500 años de música en la que ha imperado el concepto evolutivo, resulta un tanto decepcionante cambiar los parámetros para adentrarnos en ese concepto meramente comparativo.
Ya no se puede hablar de qué incluye de novedoso tal o cual músico, sino de, en todo caso, de quien es mejor, lo cual, en arte, es más difícil de establecer que en deporte, habida cuenta de que no hay una estructura competitiva entre ellos. Ahora ya no se trata de ver que hay de nuevo sino simplemente de que hay de identificativo en alguien. Basta con que alguien resulte lo suficientemente reconocible para que sea elevado a los altares. Ya no tiene que superar nada ni hacer nada distinto, basta con que tenga ese signo distintivo para que, como Messi o Ronaldo, encumbren el ranking.
Y es en ese escenario donde, particularmente, me aburre soberanamente estar constantemente detrás de las novedades, porque es el escenario, en buena medida, el que determina el resultado y, a la postre, la valoración.
Pergolesi comenta lo de Relayer, y tiene toda la razón. Seguro que hoy hay mil grupos capaces de hacer discos "a la Relayer". Wobbler ha sido todo un descubrimiento para mucha gente, la anterior temporada, con su cuarto álbum (a mi siempre me recuerdan a Yes), pero otorgar ahora el mérito a un grupo cuando Yes fueron capaces de hacer aquello a mediados de los 70 es mucho otorgar.
Lo de Yes rozaba la proeza, lo de Wobbler es puro oficio. La tradicional diferencia entre el genio y el artesano. Hoy podemos encontrar muchos y muy buenos artesanos, pero genios, lo que se dice genios, creo que es cosa del pasado. Sencillamente porque las condiciones hoy no lo permiten. Para ser un genio hay que elevarse sobre lo existente y ofrecer algo distinto. Hoy eso creo que no es posible y sólo está al alcance de los mejores ofrecer lo mismo de una forma ligeramente diferente que, en todo caso, resulte reconocible.