Pues si lees la semblanza de la contraportada, te va a gustar más:
Empeñado en "aterrorizar a lector" y en ser azote de la sociedad burguesa, Auguste Villiers de L´Isle-Adam (Saint Brieue, Bretaña, 1838 - París, 1889), de origen noble, fue venerado por sus contemporáneos: para Verlaine era uno de los mayores poetas y un narrador genial, "mezcla de ironía, metafísica y terror"; Huysmans lo declara maestro del simbolismo y del decadentismo, "un puño llameante dirigido al cerebro"; Rubén Darío, deslumbrado por "su maravillosa luz", lo incluyó en su antología "Los raros"; Mallarmé elogió con entusiasmo sus "Cuentos crueles" (1883 y 1888), a los que pertenecen los relatos incluidos en el presente libro.
Ferviente seguidor del idealismo hegeliano e interesado en el ocultismo, creía en la superioridad del espíritu sobre la materia y en la pervivencia del amor más allá de la muerte, tema central de uno de sus más célebres relatos, "Vera". Pero el sesgo fantástico, y casi cercano a la ciencia-ficción, de su escritura convive con una crítica feroz a los valores mundanos que abrazaban las masas de su tiempo; ciegas, a juicio de Villiers, que simpatizó con La Comuna de París. Murió en la más absoluta de las miserias, mezclando, dicen, agua con carbón porque no disponía de tinta para escribir.