Pues sí, seguro que da para otro hilo, pero, ciertamente no se cual. Habría de ser alguno más genérico como “corrientes y gustos musicales” o algo así, que se yo.
Y Edu, no me tienes que dar ninguna explicación, porque te entiendo perfectamente. De hecho yo, desde hace unos meses estoy atrapado por el RIO (y mira que he echado pestes sobre él en el pasado) y también parece que he encontrado en este tipo de música una parte, al menos, de la falta de alicientes que encontraba en la música más convencional.
Ahora mismo, mi equipo lleva meses sin hacer sonar casi otra cosa que no sea Art Zoyd, Magma, Univers Zero, Present, etc.
Creemé, sin embargo, que envidio tu reconocido criterio para mantener el norte porque yo lo más que encuentro es una especie de difusa línea divisoria que, con frecuencia traspaso, y que me lleva a un terreno donde ya empieza lo (para mi, por supuesto) intolerable.
Para mi es un peligro cuando traspaso repetidamente esa línea porque suele producirse un movimiento en sentido contrario que me lleva a, al menos durante un tiempo, rechazar buena parte del camino recorrido.
Similar a lo que me ocurre con Art Zoyd me ha pasado en anteriores ocasiones. Por ejemplo con el propio Coltrane.
A mi el Coltrane inicial, el de Prestige, no me interesa demasiado. Me parece jazz de los 50 convencional de ese que me sirve como música de fondo pero que rara vez llama mi atención. Coltrane comienza a interesarme algo con sus discos de Atlantic, pero, sobre todo, me interesa en su época de Impulse. Sus discos de Impulse, entre Africa Brass Ensamble y Love Supreme me parecen dignos de enmarcar. Perfecto equilibrio entre todos los elementos que me gustan en música. Pero hay un más allá, evidentemente y en el período inmediatamente posterior a A Love Supreme uno encuentra dignos quizás aún más estimulantes aunque mucho más difíciles (Transition, Sun Ship…), pero comienza también a encontrar escollos. Para mi, The Father And The Son And The Holy Ghost es una auténtica lucha para poder asimilar la magnificencia de Meditations. Y uno llega a Ascensions y ya no sabe muy bien donde acaba el disfrute y donde empieza la lucha por hacerse con aquello. Y continúa con los lives de la época y ahí Pharoah Sanders parece que deja el saxo para cambiarlo por un cochino a punto de ser degollado y los temas se hacen eternos. Y, sin embargo, uno encuentra discos magníficos como ese incomprensiblemente olvidado durante años Stellar REgions, el cual, para apreciar, es preciso haber pasado previamente por toda la etapa anterior. Entrenamiento necesario para que los momentos de mayor disonancia no puedan estropear el maravilloso conjunto.
Claro que te entiendo Edu, todo eso es fantástico. Esa relación de apasionamiento con la música que se convierte en algo vivo, algo con lo que hay que contemporizar y disfrutar pero también, en ocasiones, luchar para hacerte con ello. No concibo la música de otro modo. Frente a eso, escuchar un disco de los últimos Yes o de Phil Collins es como escuchar música de fondo, pero ya digo que todo eso conlleva también cierto peligro…. el de olvidarte la bolsa con las miguitas en ese viaje por el camino de los fractales y olvidar cómo se vuelve.