Acompañando la lectura del impagable libro de Edgar Froese sobre Tangerine Dream, voy escuchando aquellos discos que se van mencionando. NO sé si esto corresponde más aquí (dado que lo escuché ayer) o en el hilo de Tangerine Dream. Si tuviera más tiempo, por otra parte, no me importaría abrir una especie de sinfopedia particular donde ir volcando lo que puedo conocer de los discos junto con lo más jugoso que voy leyendo, pero, lamentablemente, y más dada la ingente discografía de TD, no me va a ser posible.
Sea como fuere, este disco es el primero de una serie de, por el momento, dos volúmenes. Se trata de cajitas de 4 cds con 2 conciertos íntegros cada una. Los conciertos que, por el momento han aparecido son del año 74 y 76 (en el vol. 1) y 78 y 80 (en el vol. 2). Se trata, por tanto, del período más interesante de Tangerine Dream la calidad de grabación es muy, pero que muy buena.
El primer concierto del vol. 1 es el ya muy pirateado concierto de la catedral de REims que dieran en diciembre de 1974. Permitidme aquí que traiga a colación algunas de las consideraciones que Froese hace sobre este concierto, porque son realmente curiosas.
TD habían publicado Phaedra en febrero de 1974. Inesperadamente, fue todo un éxito y les contrataron para una gira de varios conciertos en el Reino Unido. Tras acabar, finalizando el año, regresaron a Berlín. Alli, Froese recibe una llamada de un tipo Francés que les quiere contratar para que den un concierto en la catedral de REims, donde, como "telonera", tocaría Nico (la de Velvet Underground) en un concierto acústico. Froese, extrañado por la oferta, pide detalles y el tipo le dice que está todo arreglado y que no se preocupe por el hecho de que sea en tan imponente catedral, donde han coronado a varios reyes franceses, donde se celebre el concierto, ya que tiene el permiso de las autoridades eclesiásticas.
Froese, consciente de los problemas de sonido que podría acarrear un concierto en una catedral de esas dimensiones le dice que acepta pero que mandará a alguien de su equipo a inspeccionar el lugar. El tipo, al decirle esto, se pone de los nervios y, titubeante, le dice que preferiría que no, porque les ha dicho a los curas que se trataría de un concierto de música clásica contemporánea y que si vieran por allí a alguien con "pintas raras" (estamos en 1974) a lo mejor se echaban para atrás y que, por tanto, era mejor dejarlo todo para el día del concierto.
Poco convencido, Froese acepta con la condición de que ese día esté todo instalado desde primera hora y antes de mediodía puedan comenzar a hacer las pruebas de sonido.
Así quedan las cosas cuando, al llegar el día antes y con los camiones ya camino de REims, el tipo contacta con Froese para ultimar detalles y le dice que podrán comenzar a montar todo... en cuanto acabe la misa de 12. "¿Cómo que después de que acabe la misa de 12?. Eso no es lo que habíamos acordado".
Tras balbucear algunas frases sin sentido el tipo cuelga la conversación y a Froese, más cabreado que un mono, no le queda más que aceptar el alucinado plan.
Llegado el día del concierto, tras acabar la misa, se ponen a montar el equipo y a media tarde, cuando comienzan las pruebas, en cuanto suena la primera nota se dan cuenta de que aquello puede ser un desastre, ya que la longitud de la nave hace que entre el emisor y la pared trasera exista un considerable retardo, al tiempo que las reverberaciones propias de una sala con tan ámplia bóveda y tantas columnas hace que los sonidos resulten incontrolables, especialmente los más graves.
Es imposible hacer nada en tan poco espacio de tiempo por lo que deciden que el concierto, evidentemente, tiene que ser improvisado al 100 por cien y evitarán la emisión de sonidos de baja frecuencia que son los que podrían causar mayores problemas.
Cuando abren las puertas, la gente comienza a entrar. la catedral se comienza a llenar de gente y también de un peculiar olor que no es precisamente de incienso. Viendo a algunos de los presentes, Froese se da cuenta de que, al menos la mitad no van a notar ninguna diferencia sin los sonidos reverberan o no, porque están totalmente cocidos.
El problema viene cuando la sala, ya totalmente llena, ve como la gente sigue llegando y llegando.
Froese, preocupado, pregunta al organizador (por decir algo) y le dice "oye, ¿no me dijiste que el aforo era de unas 2000 personas?. Yo creo que aquí hay bastantes más?". "Si, bueno, responde, en realidad, creo que se nos ha ido la mano y se han vendido algunas más" "¿Algunas, aquí hay por lo menos 6.000?".
Ante el desastre inminente, Froese reúne a músicos, organizadores y a los responsables eclesiásticos que habían acudido y veían horrorizados como una horda de melenudos colgados se hacinaban en su sagrado espacio. La suspensión era una opción, pero ante el peligro de que esa misma muchedumbre se abalanzara sobre todo lo que pillara por delante, destrozando equipos, iglesia y vaya usted a saber qué más, decidieron continuar como fuera.
Para acabar de rematar la faena, el "organizador", sólo había dispuesto tres cabinas sanitarias para.... más de 6.000 personas. Os podéis imaginar dónde satisficieron sus necesidades fisiológicas miles de personas que, además, consumían ávidamente todo tipo de líquidos.
El concierto empezó con Nico (o lo que quedaba de NIco después de haber pasado por el infierno), cantado pausada y, en palabras de Froese, mágicamente. Cuando llegó el turno a TD, decidieron comenzar de una manera tranquila, lenta y, sobre todo, sin notas graves, para ver cómo se iba comportando el recinto y, sobre todo, cuidar de que nada fallara, ante el temor de que, si había que suspender aquello, hubiera algún tipo de altercado.
Aunque no estaba previsto, decidieron hacer un intermedio, con el único objetivo de ver si parte de la gente se salía fuera y luego, entretenida charlando o bebiendo no regresaba y aquello se despejaba un poco.
Lejos de lograr el efecto deseado, al abrir las puertas, entraron muchos más que no habían tenido cabida en primera instancia y escuchaban el concierto desde el exterior.
La situación era absolutamente descontrolada, pero, según Froese, ante esas adversidades, los tres músicos se dejaron llevar y durante la segunda parte se produjo un momento de auténtica libertad creativa, dejando que la música fuera lo único que les invadiera y olvidándose de todo lo demás.
Al finalizar, la gente se fue tranquilamente y aquello acabó sin mayores sobresaltos, aunque la prensa, al día siguiente, no resaltara los valores musicales del evento, precisamente, dando gracias el trio a no estar en época de la Inquisición, ya que, a buen seguro, de haber sido así, los tres habrían acabado en una hoguera alimentada con los archiperres que, creados por el demonio, osaban tocar.
Toda una experiencia para acabar el año. Aunque nada, comparado con lo que les ocurriría al año siguiente.....