Mi Carro (1963) – Manolo EscobarApasionadamente, abordamos la obra de uno de los grandes genios de la humanidad. No se trata de Leonardo da Vinci, ni de Mozart, ni siquiera de Einstein, sino de alguien mucho más cercano e inmenso: Manolo Escobar. El Músico. El Cantante. El Letrista. El Bailarín. El Actor. El Artista.
Cada vez somos más los que opinamos que el mundo debería considerar a Manolo Escobar como un verdadero fenómeno paranormal. Y es que cuando los criterios racionales fallan en la explicación de los fenómenos, sólo podemos acudir a la parapsicología.
Sólo desde esta perspectiva esotérica puede comprenderse cómo una música tan alejada del rock como la del genio de El Egido, ha podido influir de una manera tan decisiva en todas y cada una de las vertientes del rock n roll. De hecho, aún estoy por conocer algún grupo de toda la historia del rock que no tenga algún influjo, algún deje, algún toque de la singular música escobariana. Creo que no hay músico que pueda ocultar la enorme deuda creativa que tiene pendiente con este talentudo prohombre.
Que tan relevante portento deje su huella artística en el trabajo de millones de bandas rockeras de todo el planeta, además de convertirle en la persona más influyente de todos los tiempos, no puede sino considerarse como algo paranormal.
Como también paranormal resulta el hecho de que el tremendo poder de su influjo se manifieste no sólo en los artistas posteriores a él, sino también en los que le anteceden. Sin duda, es el único caso en la historia en que la influencia artística adquiere carácter retroactivo. De este modo, encontramos vestigios de la infravalorada “Mi Carro” (1963) en temas fundacionales del rock como “That’s Alright Mama” de Elvis Presley (1954), “Blue Suede Shoes” de Carl Perkins (1954) “Johnny B. Goode” (1955) de Chuck Berry, todas ellas grabadas casi una década antes.
La explicación científica de cómo grabaciones efectuadas anteriormente se ven desvirtuadas ante la aparición de los sucesivos trabajos artísticos escobarianos continúa siendo una incógnita, para los científicos, y un apasionante enigma que magnifica aún más la enorme valía de tan infatigable trabajador, y que ha cautivado la atención de físicos como Stephen Hawking, Isaac Asimov, o Carl Sagan y de literatos especializados como Arthur C. Clarke, o Aldous Huxley.
Veamos algunos ejemplos paradigmáticos de la influencia de “Mi Carro” en el rock: El riff de “Smoke on the Water” encaja perfectamente en el estribillo de la tonadilla (cuando dice lo de "¿Dónde estará mi carro?"). El solo de guitarra de “Stairway to Heaven” está claramente inspirado en el arranque del solillo de bandurria de aquélla. Y como todo el mundo sabe, los arpegios de “Yesterday” también son literalmente los mismos que escuchamos en la estrofa.
Así pues la influencia de “Mi Carro” la encontramos en todas, absolutamente todas las canciones que nos ha dado el rock’ n roll, ya sean éstas anteriores, posteriores o coetáneas a grabación de esta obra capitalina de la música de todos los tiempos.
Encontramos testimonio directo de lo insólito que llegaron a ser estos sobrenaturales “fenómenos escobáricos” (como fueron denominados) en las palabras de Roger Taylor, batería de Queen: “Fue durante la grabación de “I’m in love with my car”. No sé qué sucedió, pero originalmente el tema se titulaba “I’m in love with my yatch”, y toda la letra giraba en torno a mi yate. Pero después de haber terminado la grabación, cuando volvimos a escucharla, las palabras allí registradas habían cambiado, y en su lugar estaba la letra que todos conocemos. Enseguida supusimos que sería por la influencia ineludible de Manolo, y entonces comprendimos que no había nada que hacer, que no merecía la pena regrabarla, pues nada podíamos hacer para luchar contra los fenómenos escobáricos. Además la canción estaba mucho mejor así, gracias al mágico influjo de ese genio. Así que se quedó así para siempre”
También los Beatles recordaban que sucedió algo parecido en la grabación de “Baby, you can’t drive my car”. Más extraño aún fue lo de la banda nuevaolera “The Cars”, cuyo verdadero nombre era “The Sempitern Return of the Gorgeous Six-Headed Hydras”, pero que en cuanto salían al escenario, desaparecían todas esas letras del bombo de la batería, y aparecerían las del nombre que les llevó a la fama. Siempre le estuvieron muy agradecido al genio almeriense por ello.
Por todo ello, es una gran alegría para un rockero poder afirmar que “Mi Carro”, no sólo es la canción que dio vida al rock n roll (parte de él con carácter retroactivo), sino que “Mi Carro” es el mejor rock n roll de la historia.