Respecto de la entrevista esa de El País habría que hacer alguna consideración. Para empezar, el autor no indica si le ha entrevistado o se limita a reproducir declaraciones hechas por otra vía. Con todo, lo más llamativo es que no se trata de una entrevista sino del propio discurso del autor que, eso si, incorpora entrecomilladas frases absolutamente descontextualizadas de Wilson (supuestamente) a las que le da el significado que a él le da la gana.
Por ejemplo, en ningún momento se recoge que Wilson diga eso de que sobre todo lo que desea es ser parte del mainstreaming. En realidad, lo único que aparece entrecomillado para justificar tal afirmación del autor es "porque el 90 por ciento del público no puede decidir si le gusta o no mi música. Está empezando a cambiar con este disco y mi modelo sería el de Radiohead: hacen lo que quieren y siempre con atención masiva"
Afirmaciones de este tipo son repetidas por Wilson en varias ocasiones en entrevistas incluidas en el libro "Time Flies: The Story of Porcupine Tree" de Rich Wilson (nada que ver con el músico) y siempre van en el sentido de lamentar que el mundo de la música haya cambiado tanto en los últimos años y que ahora no sea como hace tiempo cuando un músico podía mostrar su música a un público amplio que luego decidía si le gustaba o no. La existencia de programas de televisión o radio, la mayor difusión que tenía la música y el mayor espacio que se otorgaba a esta en los medios hacía que los músicos fueran "conocidos" incluso por quienes no compraban sus discos mientras que ahora el músico está absolutamente encerrado en una cápsula conformada tan sólo por los seguidores que van a sus conciertos y compran sus discos. Por eso pone el ejemplo de RAdiohead como caso de un grupo que, sin haber renunciado un ápice a su integridad y siguiendo haciendo lo que les da la gana, han conseguido romper ese cascarón y llegar al conocimiento de más gente que puede valorar su música.
Francamente, le doy toda la razón en eso. Es penoso ver cómo muchos grandes músicos quedan relegados a un grupo de 30 seguidores que compramos siemrpe sus discos y vamos a sus conciertos sin que, fuera de ese ámbito, nadie tenga ni idea de su existencia.
No es, por tanto, ir en busca del dinero y la fama sino de algo que me parece bastante razonable que es el deseo de todo artista a que su obra sea conocida y, por tanto, susceptible de ser valorada.
Por lo demás, creo que Wilson hace lo que siempre ha hecho: lo que le da la gana, pero ya hablé ayer sobre ello.
Sin embargo, no puedo dejar de mencionar esos otros ejemplos que nunca parecen citarse ya que parece que toda la culpa del universo sobre eso de "buscar cotas de mercado" recayera en el bueno de Wilson.
Además del concierto de Wilson, dentro de unos meses tenemos el de Roger Waters. Un tipo que lleva haciendo lo mismo desde hace 40 años. Que es un vago redomado y que no hace otra cosa que The Wall, the post Wall y the post-post-Wall, con espectáculos masivos llenos de fuegos artificiales, pantallas gigantescas, cerdos volantes y demás parafernalia mediática.
Este año pasado, tras varias décadas de dedicarse tan sólo ha hacer abundante caja con lo mismo de siempre, decidió sacar un disco. Un buen disco, todo hay que decirlo, pero que, ciertamente, supone en muchos casos lo más parecido al autoplagio que he visto en mi vida, con citas que son casi casi literales.
Y, sin embargo, curiosamente, no son muchas las voces que critican a Roger Waters, ni que dicen que su objetivo principal sea hacer dinero, ni que sea un vendido, ni que le importe más el dinero que hacer música, ni que se considere un pope (cuando se considera, evidentemente), ni un falso mesias (cuando se considera, evidentemente).
Ocurre lo mismo de siempre, dentro del progresivo (supongo que en otros ámbitos también) uno puede repetirse como el ajo que no pasa nada. ES más, para muchos este es uno de los discos del año. Y me parece perfecto, oiga, pero, francamente, no os parece que las críticas a Wilson por To the Bone son excesivas y que las críticas a Waters son más bien, como decirlo, demasiado excasas.
Francamente, desde el punto de vista de actitud hacia la música y hacia la actividad creativa, prefiero mil veces la actitud de un trabajador nato como es Wilson que la actitud indolente de un Roger Waters. Incluso en el caso de que ambos persiguieran exclusivamente el rédito económico, lo que, para mi está claro en el caso de Waters y no tanto en el de Wilson.
Y ojo, que todo esto lo dice alguien que ama a Pink Floyd sobre todas las cosas y que, desde luego, cree que la música de Wilson no le llega ni a la suela de los zapatos a la que en su día hicieron Gilmour, Waters y compañía.