De voz muy agradable, y con talento evidente, nos brinda once canciones que cuadran dentro de un rock progresivo melódico, anexando en algunos temas diversos estilos que pueden sorprender al principio, pero que luego son resueltos por Patterson con altura y eficacia, sirviendo perfectamente a sus intenciones. Con varias influencias manifiestas de algunos de los monstruos ingleses de siempre (Porcupine Tree, Sting, Genesis, Pink Floyd), con absoluto dominio de lo que está haciendo, el nivel del disco se eleva a la excelencia. Sus instrumentos son la flauta y la batería, por lo que hemos leído. Patterson ha sabido rodearse, para darle forma a este álbum, de buenos músicos que ya lo acompañaron en trabajos anteriores. Con esos antecedentes, el resultado que logra es el esperado. Un detalle más: su música es una verdadera belleza.