Una canción para morir.Francis estaba verdaderamente enfermo.
Se había despedido de todos aquellos que lo amaban y no tenía más por hacer. Sus dolencias determinaron el fatídico ¨punto final¨ con bastante tiempo de anticipación. No cabía ninguna resistencia posible.
Sin embargo, ese grado de resignación ante lo inevitable no fue impedimento para un último acto de rebeldía : Francis había elegido cómo morir.
Buscando en antiguos y oscuros libros de música de la era pos-moderna, logró hallar ¨las fórmulas¨ que le permitirían cumplir su voluntad.
De esa forma, en una noche de luna llena, inició una ceremonia secreta, increíble y liberadora.
Emocionado y absolutamente resuelto, puso a funcionar la bandeja reproductora de vinilos con un disco ya cargado en ella. La púa cayó con fuerza hiriendo como un puñal los surcos de la negra superficie.
Leyendo en voz alta todas y cada una de las palabras que aquellas escrituras del pasado le imponían, invocó al espíritu residente en la grabación. Rápidamente la música surgió potente e imparable.
No se sorprendió cuando el fantasma del guitarrista más eléctrico nunca jamás oído se incorporó a través de la bruma que cubría el disco y apuntando con la guitarra le disparó un acorde mortal directo a la cabeza, matándolo de inmediato.